¿En qué consisten?
Las lesiones deportivas se consideran disfunciones o patologías músculo-esqueléticas, producidas por una incorrecta utilización del aparato locomotor en la actividad física o deportiva. Pueden llegar a afectar a diferentes partes del cuerpo, pero generalmente los tejidos más afectados son ligamentos, nervios, huesos y músculos.
Sin embargo las lesiones deportivas también pueden causarse en otros ambientes, dando la cara posteriormente en la práctica deportiva. Esto ocurre por ejemplo en el entorno laboral.
Se debe destacar aquellas profesiones que obligan a cargar pesos, realizar malas posturas, movimientos repetitivos, y sobre todo, aquellos trabajos que obligan a realizar rotaciones o flexiones de tronco de forma repetitiva, como las cadenas industriales de montaje. Por el contrario, las profesiones con mínima exigencia de movimiento, también pueden provocar lesiones ya que influyen negativamente derivado del desacondicionamiento físico del paciente por un exceso de sedentarismo. Prueba de ello son los trabajos que exigen mantenerse inmóvil, de pie y con poco movimiento o que obligan a estar horas sentado. De especial riesgo son las profesiones que añaden vibración como los martillos neumáticos o la conducción de maquinaria. Las hernias discales lumbares se relacionan claramente con los profesionales que tienen que conducir vehículos o máquinaria, ya que añade al sedentarismo, el estar sentado y la vibración.
Tipos de lesiones deportivas más frecuentes
- Traumatismos o golpes, sobre todo, en los llamados deportes de contacto.
- Esguinces, en deportes de contacto o con riesgo de desequilibrio.
- Tendinitis/tendinosis, en actividades con movimientos repetitivos.
- Lesiones musculares, en deportes anaeróbicos de intensidad elevada.
- Dolor de espalda, generalmente lumbar y cervical, por debilidad muscular y una la mala condición física.
Tratamiento fisioterapéutico
La fisioterapia en el tratamiento de lesiones deportivas debe iniciarse con medidas antiinflamatorias, ya que estas disfunciones suelen cursar con edema o inflamación.
El objetivo inicial, debe ser la reducción del nivel de inflamación y dolor de la zona afectada. Para ello, el fisioterapeuta realizará una serie técnicas de manipulación, así como una serie de conductas antiinflamatorias que deben ser aplicadas sobretodo en las primeras 48/72 horas tras producirse la lesión.
Se puede tomar como referencia el método R.I.C.E.:
- Reposo.
- Ice. Se refiere a la utilización de frío o hielo, generalmente asociando una compresión local de la zona, vigilando la misma cada dos o tres minutos para evitar quemaduras. La aplicación será en ciclos de15’ hielo, 30’ de descanso.
- Compresión. Los vendajes funcionales son de gran utilidad tanto en prevención, como en el tratamiento de lesiones deportivas.
- Elevación. La gravedad nos ayudará a bajar la inflamación aguda. Por ejemplo en el caso de un pie o una rodilla, se debe destacar que el corazón debe estar por debajo del pie o la rodilla, manteniéndose tumbado con el pie en alto, no siendo suficiente sentarse subiendo la pierna a un taburete.
Posteriormente se debe mejorar el movimiento y la función de dicha región anatómica, siendo para ello muy importante, las descompresiones y lubricación músculo-esquelética, mediante técnicas manuales de movilización articular.
Una vez conseguidos estos objetivos en las primeras sesiones, es muy importante detectar las posibles «conductas lesivas», que habitualmente influyen negativamente en la evolución de la lesión y así evitar recaídas. Se debe proporcionar al paciente las herramientas necesarias para modificar dichas conductas, previniendo así los malos hábitos posturales o biomecánicos en las actividades de la vida diaria.
Finalmente se pauta una readaptación progresiva, mediante una exposición gradual a la práctica deportiva.
Prevención de lesiones y consejos terapéuticos
La prevención de las lesiones es fundamental, para poder desarrollar una vida deportiva o laboral, plena y segura. Esta prevención depende de diferentes factores, que varían en función de cada persona, sobre todo según la edad, el estado físico y el tipo de ejercicio o deporte a realizar.
De forma general, se recomienda un pequeño entrenamiento físico preventivo, tanto para una actividad física como laboral. En esta preparación, es muy recomendable buscar asesoramiento en profesionales de la salud y del deporte, ya sean fisioterapeutas, médicos o licenciados en actividad física y del deporte. Una vez marcadas las pautas y conductas, el paciente las aprenderá y realizará de forma independiente, para una progresión más eficiente. Lo primero, que debemos determinar son los objetivos, la intensidad, y la frecuencia semanal de ejercicio que se quiere realizar.
Objetivos del ejercicio:
Si el objetivo del ejercicio es el alivio del dolor, sobre todo en dolor crónico de más de 3 meses, se debe escoger ejercicios aeróbicos, de baja intensidad y alta duración, para conseguir un mayor efecto analgésico potenciado, además, por segregación de endorfinas, e incluso un efecto aún mayor, cuando el ejercicio se realiza al aire libre.
Los ejercicios aeróbicos son muy recomendables en casos de sobrepeso, debido al aumento del gasto de grasas, en detrimento del consumo de hidratos de carbono, típico del ejercicio anaeróbico (ejercicio de alta intensidad y baja duración). Por ello, para perder peso, debemos aumentar progresivamente el tiempo de ejercicio, y no la velocidad o la intensidad.
En casos de osteoporosis, los ejercicios aeróbicos de bajo impacto articular, son los más indicados; mejor andar que correr, realizándolos al sol, ya que se relaciona con la absorción de vitamina D, fundamental en la absorción de calcio.
Intensidad del ejercicio
Si se desea hacer un deporte anaeróbico o si en la práctica deportiva se alcanzan intensidades elevadas de frecuencia cardiaca, es muy importante realizar antes un entrenamiento o calentamiento que incluye tanto el acondicionamiento músculo-esquelético como cardiovascular. Estas sesiones consistirán en aumentar progresivamente la tolerancia a la carga del sistema biomecánico, y circulatorio, mediante una exposición gradual, logrando una mejor adaptación del cuerpo a las futuras exigencias biomecánicas, inherentes a una disciplina deportiva o una actividad laboral. En el caso de deportes de contacto con riesgo de caídas entre sus deportistas, deben realizarse ejercicios de propiocepción, coordinación y equilibrio, que mejoran de la reacción ante torceduras o esguinces.
Frecuencia del ejercicio
Se debe adaptar la frecuencia de entrenamientos en función del tipo de ejercicio y de la condición física de cada persona. Como norma general, se debe reducir la frecuencia semanal en los deportes de alto impacto (el cuerpo impacta contra el suelo durante la ejecución del deporte, por ejemplo en el atletismo, fútbol, baloncesto, tenis, etc), evitando su realización en días consecutivos, ya que son mucho más lesivos a nivel articular. En estos casos es fundamental un correcto apoyo de las articulaciones, una buena amortiguación de los impactos con adecuado calzado deportivo, así como buscar superficies blandas, arena o hierba, para la realización de dicho ejercicio, evitándose suelos duros como el asfalto. Aún así, se debe alternar este tipo de ejercicio con días de descanso o realizando otras actividades sin impacto como la natación o el ciclismo.
Mensaje para llevar a casa
Finalmente, como recomendación general y para cualquier ejercicio o deporte se debe dedicar un tiempo tanto al calentamiento previo a la actividad, con un aumento progresivo de la frecuencia respiratoria y cardiaca, así como ejercicios de movilidad articular para calentar y lubricar las articulaciones.
Para finalizar correctamente toda actividad deportiva, se debe realizar una buena «vuelta a la calma» mediante estiramientos musculares, que inducen a la relajación respiratoria y de todo el sistema muscular.
Fuente: elprogreso.galiciae.com