El ejercicio terapéutico es una herramienta fundamental en la fisioterapia, ya que permite prevenir, tratar y rehabilitar diversas patologías musculoesqueléticas, neurológicas y cardiovasculares. Sin embargo, para que el ejercicio terapéutico sea efectivo, no basta con realizarlo de forma mecánica y pasiva, sino que es necesario enfocar la atención en el movimiento, la respiración y las sensaciones corporales.
La atención es un proceso cognitivo que nos permite seleccionar y procesar la información relevante del entorno y de nosotros mismos. Al enfocar la atención en el ejercicio terapéutico, se activan las áreas cerebrales relacionadas con el aprendizaje motor, la memoria, la coordinación y el control motor. Esto facilita la adquisición de nuevas habilidades, la mejora del rendimiento y la prevención de lesiones.
Además, al enfocar la atención en el ejercicio terapéutico, se favorece el desarrollo de la conciencia corporal, es decir, la capacidad de percibir y reconocer las partes del cuerpo, su posición, su movimiento y su estado. La conciencia corporal nos ayuda a mejorar la postura, el equilibrio, la flexibilidad y la fuerza muscular. También nos permite detectar y corregir posibles alteraciones o disfunciones que puedan afectar a nuestra salud.
Por otro lado, al enfocar la atención en el ejercicio terapéutico, se genera un estado de relajación mental y física que reduce el estrés, la ansiedad y el dolor. El ejercicio terapéutico se convierte así en una forma de meditación en movimiento que nos conecta con el presente y con nuestro bienestar.
En conclusión, enfocar la atención en el ejercicio terapéutico es una estrategia que potencia los beneficios de esta práctica para nuestra salud integral. Para lograrlo, es importante seguir las indicaciones del fisioterapeuta, realizar los ejercicios con calma y concentración, y escuchar las señales que nos envía nuestro cuerpo. De esta forma, el ejercicio terapéutico se transforma en una experiencia positiva y gratificante que mejora nuestra calidad de vida.